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EL LLOUELENSE

jer que estudia, ha escrito el sabio obis- rra no dá otra semilla que la que en el

po de Orleans, Monseñor Dupanloup, se arroja.

muchas seguirían su inclinación comu- Semejante educación produce escen

nicando á la sociedad una nueva vida tan tristes como la que acabamos

y preparándola por el progreso inte- transcribir.

lectual al progreso moral.                   ¿Debía abandonar, aquella joven,

  Pero, ¿cuenta la mujer con tiempo          elegante coche y sus ricos diamant
para estudiar?—preguntan algunos.—           para volver á su pobre casa y ásu m
Con sólo que dedicara á instruirse la        desto traje?
mitad de las horas que pierde en el to-
cador, en el paseo y las visitas, tendría      ¿Debía abandonar por las caricias
de sobra.                                    su madre los regalos de su amante?

  Digamos en su abano que no es de              Xo, no; primero la moda, el lujo,
ella toda la culpa. La juventud necesi-      vanidad. ¡Pobre mujer! Ignoraba q
ta de un guía, y ese guía de la mujer,       todo esto nada vale, comparado con e
que lógica y naturalmente debiera ser        flor purísima que se llama la virtud.
su madre, carece, en la mayoría de los
casos, de las condiciones necesarias            No la culpemos su olvido, porque e
para, ejercer su elevada misión.             desdichada joven es una de tantas v
                                             timas de la educación... y de las co
                                             tumbres.

En España, ¿por qué ocultarlo? la La libertad en que sus padres la d

educación de la mujer se halla comple- jaron, careciendo de educación, co

tamente abandonada, dando por resul- carecía, no la supo estimar y la conv

tado que las jóvenes sean tan ignoran- tió en libertinaje.

  tes como libres. Aquí es lo común que        La moda, esa diosa de nuestro tie
  las señoritas vayan acompañadas de         po, la sedujo, porque siendo ignoran
  sirvientas, dando pábulo al atrevimien-    no pudo resistir á sus pérfidos halag
  to do los hombres. Aquí es muy gene-
  ral que las jóvenes salgan de paseo con      El lujo la arrastró tras de su ca
  sus novios, á gran distancia desús ma-     de triunfo, y su inteligencia, mal c
  mas. Aquí está muy admitido que los        tivado, no pudo arrancarla de esta s
  padres lleven sus hijas á los cafés y las  da do perdición.
  tengan horas y horas en aquella atmós-
• fera viciada por el humo del tabaco,         Bien quisiera tornar á los aman
  viendo las atrevidas miradas y oyendo      brazos do su madre, que la recuerd
  las historias picantes y las groseras      sus inocentes juegos y su honrada
  frases de ciertos hombres que lastiman     ventud... poro la costumbre, osa seg
  su alma y pierden su cuerpo.               da naturaleza de los individuos, se
                                             impiden. Por falla do».educación ca
                                             y por falta do educación prosigue

¿Cómo esperar buenos resultados de el vicio.

semejante educación? Imposible. La tie- Un hombre la sostiene, !a viste
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