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           EL IRIS

vcrdera moralidad, si éstas se mueven que con insistencia digna de mejor

en igual sentido, agrupadas bajo las causa, predican y recomiendan la efica-

salvadores principios del orden y del cia de sus doctrinas, sin base, porqué

deber, conservando con toda su pure- no descansan en la ciencia religiosa,

za las virtudes cristianas que son la creen llegado el momento oportuno de

esencia, la raiz de las virtudes cívicas difundir, entre el pueblo ignorante, las

de las naciones. Pero si arrastradas por luces de su instrucción, para lograr

3a impetuosidad de impías teorías y con su apoyo el éxito que con ella se

depravados ejemplos pierden la fé y prometen. Eso si, encarecen con tenaz

obediencia que una sana educación insistencia la moralidad, la unión, el

inspira é inculca al hogar doméstico, orden y por otra parte destruyen con

cial pueblo prevaricador, andarán su ejemplo y predicaciones, la coluna

errantes por mucho tiempo buscando que ha de sostener esos tres elementos

inútilmente su centro de unidad, que constitutivos de toda buena organiza-

cual fantasma huirá de su presencia. ción social. Mirad sus obras, y ellas

De manera que bien puede asegurarse, confirmarán nuestras palabras. A ellas,

que la familia fundamento de las so- pues, nos dirigiremos en el plan que

ciedades, será para éstas, lo que el in- en nuestros escritos nos hemos traza-

dividuo para aquellas, su salvación ó do, con la convicción propia de quién

su ruina.                                anda por camino asegurado, imposible

  Los que reconocen en la instrucción    de tropezar, abrazado en la coluná de
moral-católica un elemento poderoso      la fé católica desde cuya cúspide vemos
rnua dar mayor ímpetu al perfeccio-      brillar la luz que ha de disipar las nie-
namiento de las facultades morales       blas del error.
«.l.:l hombre, no han previsto quizás
                                                                 Rosendo Albert.

q >e su voluntad veleidosa é inconstan-

ÍJ, está siempre en lucha con las impe-

riosas exigencias de su espíritu que de- LUZ Y TINIEBLAS.

soye la voz severa de la razón y ahoga   -*)»;•-

de continuo los sentimientos mas no-     (Continuación.)

bles de su alma. Y á medida que mas

s¿ internan en sus teorías y errores y El chalán no respondió. Demasiado
¡Icr.nza nuevos horizontes en la cien- astuto conocia que habia dado en el
cia, mayor se nota su obstinación y or- blanco hiriendo á su tierna víctima en
i?uilo, por qué alejada de su verdadero las mas delicadas fibras del corazón, y
ir-anantial, de donde emanan aguas de se gozaba en torturarle con el silencio.
 siiiui eterna no hay fuerza bastante
 por.i ahogar ó reprimir su espíritu de    —¡Contéstame, esclamaba el esclavo,
• vanidad, incompatible con la humil-    contéstame por piedad!
. d:¡d y abnegación.
                                           —Antes me desobedeciste y ahora te
                                         castigo.

Nuestros modernos reformadores —Te obedeceré ahora.
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