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BEY1STA íáORAL-CATÓLICA, CIENTÍFICA Y LITERARIA
PUBLICASE CADA DOS DOMINGOS.
SUSCRICÍIÓN:
España, seia meses, 2 pesetas.—Estrangero y Ultramar, un alio, 10 péselas.
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AÑO I. ^ LLORET DE MAR r.° DE DICIEMBRE DE 1886. y NÚM.I O .
EL SIGLO XIX. . ticos de alabanza al siglo actual. Si-
glo de las luces le llaman irnos, si-
glo de la civilización le aclaman
El siglo décimo nono se destaca de otros, sin que cese ese continuo cla-
entre sus pasados de unamaneraes- mor de admiración de sus glorias y
pecial. Losgrandes hechos sociales conquistas, por sus- entusiastas de-*
que su historia nos describe, las es- fensores. Siglo delasluces lo califir
cenas dehorror y de sangre que se cais, vosotros que tanto ¡blasonáis de
leen en sus páginas, la inexplicable sabios; pues bien: ¿donde están-loa
agitación que le domina y conmueve resplandores de esa luz? ¿En donde
sordamente, y la corriente maléfica el influjo desu acción? Quizás en ei
de doctrinas que invaden á la socie- alcázar de losreyes? ¿en los consejos.
dad y pervierten insensiblemente las de sus gobiernos? ¿en el seno do
inteligencias de sus miembros, son nuestra gastada sociedad? ¡Medite-
para nosotros loscaracteres peculia- mos, meditemos!
res deese sigio que en el ocaso de su Los poderes dela tierra han borr-a-
.jtflda, quiere legar á la enfermiza ge- do desus Códigos, toda idea de Dios,
neración que le adula y ensalza, el toda acción providencial. Su poder
testamento de su funesta celebridad, único, su poder exclusivo es el que
^ n gran fig-ura se presenta á nuestra dimana solamente ,de su propia au-
consideración, cual judío errante en toridad de la que están desposeídos,.
busca de sosiego y de reposo, pero sin creérselo, desde el momentoque
que inútilmente se afanará en bus- desconocen la de Dios, de la cual la
car, mientras no arranque desu se- suya se deriva. Constituidos Repre-
no el mónstroii de la impiedad y no sentantes de la Divinidad al einpu-r
abjure de todos sus errores ante la. ñar el cetro de ía justicia para go-
infalible Autoridad de la Iglesia de biprnar á sus pueblos, su misión no
Jesucristo.
se limita simplemente al bien tem-
Por todas partes vemos resonar cán- poral, ó sea al adelanto material á