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Bt IRIS.

Es innegable que la mujer, si de ella en el alma semilla de fruto regenera-

han de recogerse frutos de verdadera dor, siembre en ella, además, la luz de

educación para el porvenir de las pue- de unos conocimientos que pongan á

blos, debe estar dotada de un fondo de la mujer en situación de comprender

virtudes que adornen su corazón y de su^influencia moral en los destinos

inapreciables conocimientos que ilus- humanos. .. .

tren suinteligencia. Porque, en*efecto, La instrucción que hoy se la facilita

si la misión de la mujer está circuns- en algunos establecimientos es dema-

crita á la familia, si todo cuanto encie- siado vaga, que digamos, para un fin

rra su recinto debe ser objeto de su tan elevado como el que tiene la mu-

especial atención, formando de sus jer, hoy precisamente en que la niña

miembros almas que glorifiquen á Dios hecesita de mas conocimientos y de

y ciudadanos ilustres que defienden el sentimientos mas purospara resistirálas

honor de su patria, ¿cómo marchar alagüeñas seducciones de nuestro siglo.

segura por entre escollos y precipicios, Ño siempre la mujer es niña; llega
si una instrucción cristiana no ha for- un dia en que por su edad debe aban-
mado anticipadamente su corazón é donar la escuela, en donde ha pasado
ilustrado su entendimiento?
                                los inocentes años de su edad, y las

¿Y en donde adquirirá la mujer joya primeras ilusiones de su infancia.

tan preciosa, que la haga digna del sa- ¿Serán suficientes los principios ele-

crificio moral á que se somete gustosa, mentales de la instrucción moral y

tan luego como une su suerte con el científica que en ellas haya recibida,

hombre que eligeíA<• i^^i^X^ •  para emprender una segunda prepara-

  Afortunadamente existen estableci- ción, en donde se la ilustre convenien-
mientos de enseñanza de su sexo, don- temente, en las diversas posiciones en
de puede adquirir, durante la infancia, que debe encontrarse en el seno de la
los rudimientos del saber y los prime familia?

ros elementos de la instrucción religíí La educación es de todos los t.iem-
sa: principios fundamentales sin los _pos, de todas las edades, de toda la vi-
que no existe sólida educación, ni da, y eso basta para comprender lo
puede prometerse encauzar los desbor- insuficiente de esa preparación para la
des de la concupiscencia humana, sin mujer, llamada á compartir con el
ese freno suave y fuerte que detiene su hombre, la ardua misión de educar á
devastadora corriente.
                                sus hijos para el tiempo y para la eter-

Cómo en su edad, las ideas que se nidad. Y no obstante para ía mujer

adquieren y los sentimientos qae se del pueblo, para la mujer vulgar, no

inspiran, no se borran tan fácilmente se descubren otros horizontes para su

del corazón de la niñez, antes bien educación que los limitadísimos de la

permanecen constantes y como adheri- escuela, en donde solo aprende el em-

dos á" la voluntad é inteligencia, es con- brión de la ciencia, el germen del bien

secuente que- la ciencia que siembra en estaco rudimentario.
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