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                                    KL,

si sobrenatural que guie y proteja con su intervención en la vida de las fa-

sus luminosos rayos á ese ser humano .müias y de los pueblos?

incapaz por si solo de dar un paso ade- Los que desconocen y niegan con

lante por el camino de perfección.         asombrosa serenidad su importancia,

  Si para vencer, pues, si para triunfar,  su influencia en el porvenir de las so-
si para salir á salvo de en medio de ese   ciedades y bienestar de las familias, no
olcage tempestuoso é incesante que ro-     la conoen, ñola compreriden todavía,
dona toda mortal, es preciso creer y       no han penetrado, que digamos, su
sentir; si para no ser víctima de los      fondo, ni vislumbrado siquiera el bri-
errores que en materia de religión se      llo de las riquezas que encierra. ¿Pue-
propalan y destruir las falsas utopias     de concebirse orden y libertad sin que
(íj nuestros tiempos que con facilidad     estos principios constitutivos de toda'
inviden las inteligeudas y corrompen       sociedad bien organizada dejen de
los coraáones, urge un fuerte dique        apoyarse en otro de fundamental que
que le detenga en pendiente tan funes-     es su sostén, su apoyo, su seguridad,
r i. ¿;omo concebir ni .persuadirse si-    el lazo que los sostiene y liga mutua-
quiera de que no se hunda en ese mar       mente? Si asi no fuese, esos dos ejes
: a ;'ul que continuamente brama y se      sobre que debe girar la seguridad y
;v ,ÍM, si temerariamente se lanza en él   armonía de las naciones, fueran dos
•; n i.ias armas que su razón, ni más      palabras vanas, utópicas é ilusorias,
L ,:'i-!o que su voluntad?                 un caos seria su consecuencia. El or-
                                           den sin autoridad, no se concibe; au-

Y, cuál será esa áncora que salve y toridad sin justicia, sin virtud, sin sen-

..\:\ '-idel fondo de este océano de per- timientos, sin amor, no cabe, en inte-
iMr'ijc'ones en que estamos sumérgi- ligencia racional. Y ¿quién inspira esa
tlíjs'r Yulo hemos dicho en nuestro pri- fuerza, esa igualdad, esa armonía? La
írur artículo la educación moral cató- verdadera moral, cuya base es la Reli-
lica que entre como á reg'a, como á gión católica. Cómo desconocer, pues,
guia, como á sanción á todos los ra- su inmensa necesidad en los pueblos
mos del saber humano, sabiamente di- para contrabalancear y destruir las
fundida desdé al niño en las escuelas, aberraciones humanas?

has'a al hombre en todas las situacio- Además la libertad sin límites, sin

•-níi de su vida, pero inculcada de una restricciones, sin ciertas prudentes pre-

v >>nor.i-gradual y accesibles al desa- venciones dictadas por esa misma au-

rrt.üo de sus inteligencias, ¿Como es toridad, base de todo orden no es tam-

rotule, pues, negar su. predominio, poco capaz de subsistir,- ni-á su sombra
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