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CARTA DEL DIRECTOR

Elogio                                                                                                   C UANDO tomé aquel invicto refresco de limón en la playa de
de un                                                                                                             Lloret, decidí escríbir un elogio a su memòria. Porque yo
refresco de límón                                                                                                 os aseguro mis buenos lectores, qne otras muchas bagate-
                                                                                                         las recomendaràn las guias turísticas, con menos mérito que este
     TRAMUNTANA                                                                                          jugo consolador y casi voluptuoso, que fabrica en la Villa alguien
                                                                                                         —yo no se quien— en un tenderete frente al Ayuntamiento.
R E D A C C I Ó N Y A D M I N I S T R A Cl Ó N t
LLORET DE M A R : S A N R O M A N , 4                                                                         lOh fcstivo, insólito granizado de granizados, compendio de
                                                                                                         limones laureados en concursos de fragància, tu gozas de todos
                      APARTADO 5                                                                         mis respetos! ^En qué parte del mundo, en qué otra latitud, puede
                DEPÓSITO lÉGAL,                                                                          aún catarse semejante refresco? Tu prestigias sin alardes a
                                                                                                         Lloret, tu reivindicas la perdida fama de tus companeros de vera-
                 GE. 170 - 1963                                                                          no, con ese gustillo a limonar burgués que nos orienta con im
                                                                                                         guino por las doradas tertulias de final de siglo; retomando el
                       IMPRESIÓ N:                                                                       alma hacía un estado de embriaguez vegetal. Y sonamos confi-
ARTE5 GRÀPICAS TRAYTER-FIGUERAS                                                                          dencias caballerescas en plàcidos jardines, con angélicas mucha-
DIRECTOR Y CO N FE CCI Q N A DO R i                                                                      chas. Senoritas extemas e intemas, de supersociedad, que sabían
                                                                                                         tocar Para Elisa al piano y merecerse por impulso ajeno en recòn-
        N. PIJOAN GÓMEZ                                                                                  dites columpios, las enaguas al vuelo como una campana.

                                                                                                  ••*•.       En las jomadas estivales tormentosas, cuando tas nubes pe-
                                                                                                         tardeen longevos truenos— esos truenos murmuradores, caraco-
                                                                                                         leantes, con algo de runrún intestinal— vosotros creedme, id a
                                                                                                         refugiaros en aquel centro emocional de la Villa, y bebed un gra-
                                                                                                         nizado de limón. Llevares el vaso a los labios, respirando todo el
                                                                                                         aroma del solo refresco genuino, puro, que aún puede tomarse en
                                                                                                         la Costa Brava. Con sus trocitos de hielo —semillas de mas limo-
                                                                                                         nes—, y su difusa transparència. Con aquel poso àspero, cere-
                                                                                                         monioso y azucarado como un rigodón en el Casino de Dalt. Sí,
                                                                                                         sí... hacedme el favor de quedaros allí otro poquito al cèsar la
                                                                                                         tormenta. Que al olor a marísco de la atmosfera, pueda unirse el
                                                                                                         sabor celestial de vuestra recicn apurada libación, en una ancba
                                                                                                         y ligera sinfonía de amor entre los hombres.

                                                                                                              Però menos cabé descuidar esta espècie de néctar, en los me-
                                                                                                         diodías de sol mas agobiante. Puesto que allí, sentados en la
                                                                                                         barra del tenderete, con el toldillo al pairo y el limón limonero
                                                                                                         invadiéndoos el cuerpo, observaréis todo con suprema flojera.
                                                                                                         Vuestra modesta sombra parecerà proyectada por cien gruesos
                                                                                                         pinós; inmóviles, mirando el hielo chafado que flota en el vaso
                                                                                                         entre raspaduras de corteza amarilla, podréis entregaros a la
                                                                                                         ensoüación: tal vez repasando de memòria horas lejanas de vues-
                                                                                                         tra vida, tal vez forjando la novela de un veraneo feliz, repleto
                                                                                                         de comodidades y bienestar.

                                                                                                              Con tal refresco como este de Lloret, olvidaréis lo que sois,
                                                                                                         que sueldo os corresponde cada mes, y hasta la cuantía de las
                                                                                                         deudas que puedan afligiros...

                                                                                                                                                                                     — 5—
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