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2 EL LLORETENSE .

da . Una simpl e costra de t ernera vale quince much as veces la vid a y salud de las familia s,.

pesetas , ( 1) y esto esp1ica porque , l os so fistica- se encomienda frecuentemente :i personas que·

dores no han perdonado de sus amaños á un ar- desconocen ,los principi os mús rudiment arios en.

tículo que tanto escasea y de que tanta demanda que se funda. No basta vacunarse, es indis pen-

exist e . Ha f' e algunos aiios denunció un periórli- sable h ace rlo bien. Pocos se fijan por lo común.

co que <lesde In g laterra se expendía á toda s en esto, y es, sin embn rgo, nn pu nto importan-

partes una vacuna artificial comp uesta de tárta- t e que no J ebe mirarse eon indiferen<:ia .

ro emético, aceite de croton y co1odion, la cual      No hace mucho tiempl) nos deparó la casua-

t enía la propiedad de producir pústuh.1s entera- lid ad Oí!asión de ser t estigos presenciales det

mente iguales ú la verdadera , pe ro que no da- inodo como se prn ctica muchas veces la vacu -

ba al hombre ninguna inmunidad . (2) ¿Qué es- n ación. El hecho ocn!'l'ió en un puebln no muy
t ralieza debe causa r, pues, que una persona ino- dist ante de Llo1·et de Mar . .As unt os pa~·ticulares

culada con esta vacuna, se vea después ataca - nos ll eva ron cabalm ente :í la misma casa en

da de viruelas malignas, 6 bien perezca á cau- que la vacunaci ón debía efectuarse. En el za-

sa de ellas'?                                         gu ~ n de la misma (pÓco m enos que al aire li-

Tiene demostrada la experiencia que la lin- bre) se veía cí. una docena chi personas en su

fa d e terne ra ya se con se rve en tubos, cris tal es mnyor parte nifios. El ope1·ador, q ne pertene-

ó púas de marfil, va perdiendo poco á poco su         cía al género femenino, esplicaba, á nuestra lle-
virtud preservativa h ast a qu edar extinguida del    gada , sus mériºtos y virtudes p ersonales . Solo
t odo . Fijada en este hecho l a Dirección General
                                                      ella poseía, según sus palabras, vacuna de pri-

d~ Sanidad, dispuso en 1880 que no debe em- m er a calidad, solo ella sabía inocular debida-

plearse más tarde de los treinta días de haber m ente, y aiiadió: «que la vacuna procedente de

·sido extraída, y ordenó al Instituto de Vacuna- las vacas era una sus tancia inútil que no tenía
 ción del Estado que consignarse en los sobres ning una propiedad» siendo l a única buena «l::i.

de las caj es de tubos la fecha en qu e se extra- qu e expendía una casa de Bnrcelona, con lu
jo l a cont enida en ellas al obj et o que sirvie ra cual t enía ella muy buenas relaciones» cuyas

de gobi erno (3). Inoculada una per sona sin te- necedades esc uchaban aquellas sencill as gen-

nerse en cuenta este dato ¿qué tiene de parti- tes como si fu er::in lns verdades de un ortículo.

cular que la vacunaci ón no l e ponga á cubie1·to     Hizo la seii.a1 de arremangar brn zos, y, tije-

de la viruela'?                                       ra en mano, dió comienzo á su tu re<1 . Entre llo- ·

El aire , la luz y otros agentes alteran el vi- ros y .espavientos de los chiquillos en diez mi-

r us de la v acuna , pudiendo perder por su cau sa nutos dejó consumada su obrn, no Yiéndose ya

hasta completamente su virtud pr eser vativa . más que bru zos bañados en S<mg re, y vendas

Supongamos q ue se aplique ü alg uién vacuna y tra pos t eüid os de est e líquido. Aquello no

con tales condiciones, lo cual creemos harto era vacuna ción, aquello fu é una autopsia ver-

facil , qué resultado puede esperarse de tal in o- dad era de brazos .

c u l a ci ó u?                                       Aunque no poseemos noción alguna de la

Ademús de las circunstaucias apuntadas, ciencia de Ga1eno, comprendimos sin esfuerzo

que no de be ignorar el inoeulador, existen otn1s que no e ra aquél el modu de aplic~n· el invento

que se r eqe ren al procedimiento, y que tampo- de J eun er. Concediellllo que l a sustancia inocu-

co puede descouocer aquél si qui ere que la va- lada fo ese vercludera vacu no, y co 11ced iendo que

c unación producza s us naturales efectos. Aun- la dema siada p1·ofondidad liue Sl' dió á las inci-

q ue la uperaci óu es sum aw ente se uciila y no siones no hubiera sido un obstúc nl o pa ra el buen

r equier e al parecer gran int elige ncia , re une, éxito de la operación, ésta no podía pre ser var

siu e n1bargo , multit ud de detalles-, que solo los de las viruelas; por'iue la sa ngre 4ue manaba

facultatiYos conocen en s u verclaLlero i·igor; y en abundan cia de la s heridas , limpir'mdolas de

que ig norndos por qnien practica la iuoc ulucióu, t oflo cue r po extraño debió an oj ar n ecesari a-

putde r esult;il' ést a <l el t odo estéril , ó de muy mcnt e el ,·irus al exterior . ;:)in embargo, aque-

escaso pron>cho.                                      lla s b uenas g entes se retii·aban con sus hij os,

Un acto tau trasceu<lental, tlel q ue depende r ebosa nd1J de alegría y satisfacción , ll enas de

(1) 11 O. do 17 Allril 1S7ii.                         fe en su pecho, mostrando los pañuelos y tra-
(1) Dtcrlvuar lo Dum ésL1c\l. C:onó,:, página 1111 .  pos ensa ug r entacios á l os vecinos, como trofe os

(3) \Jrdcn G1rc u1ur do 17 tlo f.noro 1880.           de una Ti ct oria.
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