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Texto: ANTONIO FÀBREGAS
                                                                                                  Fotos: MAS

Uaví                                                                                   V , UMPLIR noventa y seis anos es
Síeny                                                                                           ya de por sí asunto para una

Una hora con el ultimo marinero del                                                    gacetilla. Llegar a ellos en píeno dis-
                                                                                       frute del entendimiento y en posesíón
  'Goddam" I — va dir s'aiiElcs —Ja ei pensava que ens en anàvem a tons.               de una memòria feliz es ya tema para
                                                                                       un reportaje. Però si un hombre de
                                                                                       estàs condiciones acaece ser el ünico
                                                                                       superviviente de la marina Uoretense
                                                                                       del ocliocientos, entonces ese hombre
                                                                                       es ya un trozo viviente de historia.
                                                                                       Este es el caso de Sebastiàn Llorens y
                                                                                       Parés. En Síeny, nacido en Lloret de
                                                                                       Mar el dia 6 de junio del afio del
                                                                                       Sefior de 1868.

                                                                                             Con los días contados ya, Isabel II
                                                                                       ocupaba todavia el trono de Espana y
                                                                                       la indústria naval Uoretense, sinó en
                                                                                       su cúspide, estaba aún floreciente.
                                                                                       Pronto vendria la decadència y su des-
                                                                                       moronamiento tan ràpido e inconteni-
                                                                                       ble que no daria tiempo ni lugar a una
                                                                                       transformación para adaptar aquella
                                                                                       actividad orgullo de nuestra Villa a las
                                                                                       nuevas técntcas y exigencias de la èpo-
                                                                                       ca. No echemos, emperò, la culpa, toda
                                                                                       la culpa, a aquellos hombres. No eran
                                                                                       tiempos propicios para empresas de
                                                                                       expansíón y aventuras industriales en
                                                                                       la Espafia íngobernada e ingobernable

                                                                          ochocientos  "...siglo del vapor y del buen tono,

                                                                                                               venturoso siglo diecínueve

                                                                                                               o, por decir mejor, décimonono".
                                                                                Paro si " S a Pallissada" dejó súbitamente de oler a brea
                                                                          para heder a lo que hasta nuestros días h a hedldo, y si en
                                                                          " S ' A r e n y " extinguióse sin eco el chirriar de las sierras y tï
                                                                          retumbar de mazas y martillos, quedaban aún. y no por pocos
                                                                          anos, sólidos cascos de roble y pino pirenaico, meciéndose en
                                                                          las aguas de los siete mares, y los esbeltos aparejos de aque-
                                                                          líos bricbarcas, bergantines y pollacras continuaban reci-
                                                                          biendo, hora e] acariciante hàlito. hora el mordiente buíido
                                                                          de los aires oceànicos. Calafates, aserradores y carpínteros de
                                                                          ribera recogieron sus trebejos y cambiaron de lugar y vida,
                                                                          però los hombres de mar siguieron fíeles a su vocación y a
                                                                          su oficio. jMar! Nunca tan cruel madrastra fue tan apasiona-
                                                                          damente amada por sus hijastros!

                                                                                                           *••

                                                                                Encontramos a l'Avi Sieny en su casa y junto al fuego.
                                                                          Atendido con devota solicitud por sus hijos y nietos, el viejo
                                                                          marinero disfruta de una vejez feliz y confortable.

                                                                                "El primer viatje el vaig fer a m b Ja SOFIA, una poUacra
                                                                          de Lloret manada pel Senyo Ramon Garriga" El Capitàn
                                                                          Garriga era el padre de Don Rafael Garriga Roca. quien
                                                                          cada afio "per San T e m " visita a Síeny y le obsequia esplén-
                                                                          didamente. En la SOFIA fue a la Habana, a todos los puertos
                                                                          de la isla de Cuba y a Charleston y Savannah a por algodón

                                                                                Màs tarde embarco en el DOS HERMANOS, de Gelats.
                                                                          Tuvo por capitanes a Castany, a Crosas y en Quimet Rols.
                                                                          En un víaje a Rosario para cargar tasajo tuvieron que pasar
                                                                          la noche al ancla en espera de vientos favorables para remon-
                                                                          tar el Paranà. Aquella noche llegaba de la cercana orílla un
                                                                          ruido que a Sieny no le gusto nada. "Nois...! Mireu que
                                                                          aquells bous d'allà en terra bramen molt fort...! Y en efecto,
                                                                          la tormenta que el ganado barruntaba no tardo en desenca-
                                                                          denarse. El Pampero soplaba tan bravo que. rotas las cadenas.
                                                                          el DOS HERMANOS fue lanzado sobre la orilla. "Ens nega-
                                                                          rem!" gritaban algunos y Sieny les dijo: —"De què c... teniu
                                                                          por si estem en t e r r a l " — Y asi era en verdad, puesto que el
                                                                          barco habfa quedado practicamente en seco.

                                                                                Poco después estuvo en e] PABLO SENSAT aquel famoso
                                                                          brícbarca de Blanes. Le preguntamos quien era el capitàn
                                                                          de aquel barco que tenia lo que hoy llamariamos el record de
                                                                          la travesia del Atlàntico. "Es Capità del PABLO SENSAT
                                                                          era un que li deien en Pau Boig".

                                                                                Durante la guerra de Cuba era difícil llegar a los puer-
                                                                          tos antillanos a causa del bloqueo yanqui. Los barcos catala-
                                                                          nes tuvieron que buscar nuevas rutas y Sieny fue a Santos,
                                                                          Brasil a cargar ferro vell y caíé, A poco de dejar aguas bra-
                                                                          silenas corrieron un furioso temporal que les desarboró de
                                                                          trinquete y mayor y les abrió también una via de agua. afor-
                                                                          tunadamente no muy grande. Bastante calmados ya los ele-
                                                                          mentos un capitàn portuguès o britànico —aquí su memòria
                                                                          vacila— les dió remolque. Por lo visto el capitàn considero
                                                                          que los derechos de remolque no compensarian la pèrdida de
                                                                          tiempo ni el peligro, de modo que, llegada la noche, cortó el
                                                                          cable y se largó a toda màquina. Al día siguiente, otro capi-

IQ —
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