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MIS MERIENDAS CON PINEDA

NUESTRAS VACAS SAGRADAS

poc                                                                 "...He (the bull) headed straight for the shop,
                                                                    well knowing his privileges as a sacred beast,
                                                                   and puffed heavily along the line ofbaskets
                                                                   are making his choice".RUDYARD KIPLING.

                                                       " Una cita de autor cèlebre eleva siempre el
                                                       tono de un articulo. Si, como acostumbra
                                                       hacer un habitual colaborador de un impor-
                                                       tante periòdica de nuestro país, la cita se
                                                       inserta sin traducir, el efecto es fabulosa".

   Nuestra sobremesa en la abrigada solana, bajo el reloj de la fachada del mas, es interrumpida al invadir la finca
una horda de perros medio cimarrones que, en pos de una perra salida -fea bastarda de pastar alemàn-, galapan

saltan, ladran, pelean, se revuelcan sobre las bancales recién sembrados.

Pineda, bastón en alto, les increpa furiosa. Va, tímidamente, una mi vaz a sus gritas, pera - loh irresistible

atracción del sexol - la riiosa banda no nos hace ningún caso.

Das disparas, casi una por lo inmediatos, retumban junta ami. Sus ecos se confunden con los alaridos de los

canes moribundos. Unas, poderosos y graves, proceden de la perra bastarda, los atros, débiles y chillones, de un

perrucho indescriptible, una de esos tipos caninos que solo en Lloret pueden encontrarse. El resto de la banda se

escapa aullanda.
   -Es usted un gran tirador, Conde-, exclamo aun no repuesto de la sorpresa.
   Dan Alfonso sopla conscienrudamente en las cafíanes de su escopeta antes de cerrarla.

   —Lo fui, muchacho, pera he perdida velocidad. Los affos no perdonen.

Pineda contempla la matama con aire preocupada. Aparentemente la casa no le ha gustado. El Conde lo ad-

vierte y pregunta:

-iHe hecho acaso alga mala? Después de todo, defendia tus cultivas y defender las prapiedades de un amigo

es pròpia de las hombres de bien.
   Un larga silencia.
   - Pineda, intervengo yo al fin, quiere decir aunque nada diga, que matar un perra en Lloret, aunque sea en de-

fensa pròpia, es un crimen abominable. El can es aqui una espècie de tòtem, alga asícoma las vacas sagradas de

la índia.
   La risa del Conde resuena estén tòrea, indescriptible. Cuando se repone de su tos. Pineda le aclara:
   -Para tíesto no tiene importància, mariana estaràs en Madrid. Pera a mi. que viva aquí, la gente me sefialari

coma si fuese Jack el Destripadar.
   - Me parece que exageres, amiga.
   -No, es la pura verdad. Hace ahora una docena de afíos, un alcalde de esta villa, una de nuestros mas eficientes

administradores, y a quién este pueblo desagradecida o rencorasa, no ha dedicada aún una mala calle, estuva al
borde de la destituciòn porque en una noche hiza matar media docena de perros. Cinca, para ser exactos.

    -Si -intervengo yo- y algunos cretinos ultramantanas organizaron una aviesa campafia contra Lloret, estúpi-
damente asesarados por algun lloretense ilustre que por la vista apetecia el cargo. Una masacre de canes no era
motivo para saltar nuestros consuladas y manifestarse en Downig Street, pera si la fue para un bien arquestado
SHOW cuya finalidad era desviar hacia atros climas la carriente turística fluyenda hacia Lloret.

    - Como puedes ver, no exagero. El perra es la vaca sagrada de nuestra villa y lay de quien atente contra él I
Sin ir mas lejas, hace sola unos meses. Pitu, nuestro magnifica jardinera municipal, y sus ayudantes, planaran
primorosamente en los parterres del pasea la que deberian ser miles de precioses flores. Na hacia un minuta que
Pitu y sus hombres se habian retirada cuando una banda de perros, casi tan numerasa como la que acabas de dis-
persar, empezó a revolcarse, escarbar y pelearse encima de las tiernas plantulas. Una de las muchachos, al verlos,
 carrió hacia ellos, y les gritò a grandes voces algunes palabras que no dejaban demasiado bien paradas a sus pro-
genitores. Lajauria no hizo ningún casa, de dande infiero que ninguno de sus camponentes las habia conocido.
 El jardinera llegòse, levanto un rastrillo de larga mango y lo dejò caer con toda su fuerza sobre el espinaza de
 una de los canes al que medio descalabrò. Los demés, huyeron.

-Shoking, brutal, awfui, murderausl Los gritas eran tan airados,los gestos tan amenazadores, que el pobre

         jardinero tuvo que retirarse al trote larga.                      LLORET GACETA 9

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