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EL LLORETENSE.

drlo, á escepcióii de Nicodemus y José de Ari- Jesús & sus tres discípulos, y adelantándose á

matea, que no fueron convocados por no creer* la comitiva, reconoció á Judas el de Iscariothe,

les adictos.                                      que le besó y aprovechándose de ello Maleo ató-

El supremo tribunal estaba.presidido por el le traidoramente siendo llevado á la presencia

Pontífice Caifas. Anas, su yerno, rodeado de los de Anas. No atreviéndose éste á juzgarle, fue

sacerdotes, Robboham, Levi, Alejandro, Siró, conducido al Pontífice Caifas, exigiéndole la

Datham, Gamabel, Summus, Nethalí y Amer, turba, llevara en las manos cual cetro, un trozo

debatían animosa y amigablemente sobre las de caña. Tampoco tuvo Caifas valor suficiente

causas graves que hablan motivado la convoca- para sentenciarle,-y ordenó lo presentaran al

ción de los mismos. A una señal del Presiden- gobernador Poncio Pilatos. Este, que cautivado

te todos enmudecieron. Dirigióles la palabra Cai- por la belleza de su esposa Claudia, á la que

fas, indicándoles lo peligrosa era—la propa- había jurado ser indulgente con el Nazareno,

ganda de doctrinas contrarias á su vida y cos- luchaba en aquel momento con su intranquila

tumbres que propalaba Jesús de N.izareth, y que conciencia , hombre débil-y cobarde, asusta-

era preciso apoderarse de Él y juzgarle como do por la gritería de la plebe y sacerdotes, en-

conspirador y perturbador de la tranquilidad trególes á Jesús para que saciaran su ebrio fu-

del imperio: interrumpida su peroración por un ror en aquella inocente víctima. No contentos

ejecutor de sentencias, se presentó Judas Isca- los verdugos del César, con los atropellos ó in-

riothe, que trémulo y confundido propuso á los sultos profirieron á Jesús de Nazareth, después

principes de los sacerdotes, la venta de su maes- de colocarle en la cabeza una punzante corona,

tro por treinta síclos de plata. Anas tomó la y cubrirle la espalda con irrisorio manto de púr-

palabra, aceptando el trato, y citando á Judas pura, prorrumpieron en furiosa gritería, pidien-

para el dia siguiente en el monte Acra.           do á Pilatos confirmara la sentencia de muerte

                   ;.. II.                        en cruz, accediendo al fin el Gobernador Poncio,
                                                  creyéndose irresponsable de la muerte del Sal-
    Mientras esto acontecía, en un salón modes-   vador. Aquella plebe sin freno, aquellos ambi-
tamente amueblado, con una mesa en semi-cír-      piosos sacerdotes, temerosos de que se les es-
culo y trece asientos, se celebraba la cena. El   capara ol poder de sus manos sancionaron tam-
anciano Heli, era el que habitaba aquella casa,   bién la libertad del asesino Barr-Abbas, que ha-
ocupada entonces por tan distinguidos- huéspe-    bla-de morir crucificado; condenando en cambio
des. Jesús el Divino maestro, presidía aquella    á Aquella inocente víctima delatora de sus ba-
frugal comida, dirigiendo amorosas pláticas y     canales festines.
tristes y amargas profecías á sus discípulos. La

presencia de un hombro interrumpió momentá-              IV.

neamente la palabra á Jesús; era Judas de Is- Había ya finido el afio 785 de Roma; era el

cariotlie, que pasó á ocupar su asiento. La pe- 25 de Marzo;.aparecía en el horizonte una pró-

roración de su mae.stro llenó de intranquilidad xima tempestad; apenas la luna, de un color ro-

su ánimo, ya abatido, y no pudiendo soportar jizo, dejaba ver sus sangrientos destellos; un

por más tiempo el peso abrumador de sus pa- ruido lejano, triste presagio de borrasca, se oia

labras, huyó de aquel sitio, maldiciendo su ¡i intervalos: nada de esto hacía desistir á aque-

existencia.                                       lla turba de sayones, que arrastrando al Salva-

              III. dor por las calles de la ciudad ingrata, sallan

Frente á los muros.de Jerusalém se levanta por la puerta judiciaria, dirigiéndose al monte

orgulloso un elevado monte, poblado hasta su de las Calaveras. Sedientos de ira, durante el

cima por espesos olivos, y rodeada su falda por camino, saciaron su maldad y perversos instin-

bellos jardines y frondosas huertas. Por el to- tos, aquellos degradados brucianos, dignos su-

rrente de Cedrón, cruzaba una silenciosa comi- cesores de los calabreses, primitivos verdugos
tiva en noche oscura y desapacible; llega'da que de Jesús de Nazareth. Solo se' oia de cuando en
                                                  cuando la voz del trompetero Longinos, que
fue a la huerta de Gethsemaní, se detuvo el ge-   montado en soberbio alazán, publicaba la muer-
fe de ella, que no era otro que Jesús de Naza-    te de Jesús en cruz, junto con los bandidos Di-
reth, despidiéndose de sus discípulos; tres de    mas y Gestas.
ellos le siguieron, quedándose luego a pocos pa-
sos de su maestro, que se dirigió solo á una                                 V.

gruta, en donde oró largamente. Distraj-óle un Nos hallamos en la cumbre del Gólgota. Ya-

ruido lejano; y en efecto á poca distancia pudo ce abatido en tosco madero en cruz, y con la

observar un resplandor, producido por las an- vista fija en el nebuloso firmaínento, la agoni-

torchas de los soldados del Pontífice; cada mo- zante figura del Salvador. Negras y borrascosas

mento se percibía más cerca lá gritería; llamó nubes cubren cual negro velo el espacio; en la
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