Page 2 -
P. 2

V.L

dispersos sus miembros por sus excesi- Y nos lo testifica de una dañera con-
va tolerancia en materia de costumfbres, cluyeme, esa pléyade de hombres ilus-
y casi á romperse el único lazo de tres que se destaca magestuosa en el
unión en creencias, que constituyera, horizonte de su pasado, casi todos pa-*
en pasadas generaciones el ascendiente dres de numerosa generación, cuyos
invulnerable del padre sobre sus hijos, desvelos se dirigían principalmente á
no existe, que digamos, en ella, verda- educar á sus hijos, física, moral y reli-
dera educación, en el sentido bello y giosamente. Cual centinelas avanzados
                                         de Israel, velaban sin cesar, para que el
hermoso de la palabra: masque direc-     germen precioso que había de consti-
ción moral, más que virtudes domésti-    tuir en lo sucesivo, las generaciones fu-
cas, observamos, con amargura una de-    turas, fuese digno depositario de sus
generación visible en esos dos elemen-   creencias y de sus virtudes.
tos esenciales de toda buena educación.
y un olvido general de sus deberes Hoy, sin embargo, no es la familia lo
cívicos y religiosos Por eso peligra ya, que fue en las edades á que nos referi-
en sus cimientos, esa institución del mos; la moderna civilización va bo-
hogar; por eso vemos flaquear la socie- rrando paulatinamente de "su seno
dad misma, formada y sostenida por aquellas imágenes vivas de candor y
esos eslabones particulares, su única sencillez que formaban su principal
                                         ornamento. Aquellas instituciones se-
trabazón y fuerza.
En los tiempos patriarcales, en aque- culares, verdaderos órganos del pueblo
llas remotas edades en que la familia fiel, cuyos restos preciosos, aún existen
se confundía con la misma sociedad, en esas familias llenas de fe, y de pie-
pues-el padre era á la vez. jefe, patriar- dad, que en cierto modo forman el
ca ó rey, el respeto y el amor formaban oasis del desierto de esta vida, pueden
en su recinto como una muralla impe- servir de modelo á los padres, dignos
netrable que mantenía firme la deferen- de este nombre que desean cumplir
                                         fielmente los sagrados deberes, por
cia y consideración paternal.
Las acciones heroicas de sus abuelos, Dios impuestos, déla paternidad.
las venerandas tradiciones trasmitidas Los tiempos de hoy son diferentes de
de generación en generación, como así los de ayer: por eso difiere mucho el
mismo los hechos más'culminantes de juicio particular de los hombres sobre
su historia, residían, como en depósito, cuestiones fundamentales; y cómo el
en el seno de esa sociedad particular punto que tratamos es quizá, de entre
en la cual ardía viva la llama del entu- los que más debe fijarse ficerca del por-
siasmo y de la fé. Puédese muy bien venir social-, no es extrapo esta diversa
decir que las familias de entonces eran | apreciación si nos fijamos en la radical
el conducto legítimo, por medio del transformación de costumbres. Hé ahí
cual las generaciones futuras recibían el abismo que nos separa de la genera-
las verdades tradicionales en que des- ción que fue, á la que exis%¿'>áctual-
cansaban sus creencias y enseñanzas. mente,. y la razón filosófica que entra-
   1   2   3   4   5   6   7