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TRAMUNTANA                 CARTA DEL DIRECTOR

REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:                      Allà
LLORET DE MAR: SAN ROMAN ?
                                                    en
                  APARTADO 5
                                            La Habana.
              DEPÓSITO LEGAL:
                  GE. 170 • 1963          Cuando c'. notable almuerzo ofrecido por el Ayuntamiento
                                      d.- la Villa en el hotel Santa Marta, coincidí p o r ventura en la
                   IMPRESIÓN:         mesa. con cuatro Uoretenses de pro, Fue un puro placer. La su-
     G R A F I C A S TABERNER-QcnoN*  gestiva charla, rica en incisos tan pronto gastronómicos como
                                      picanles, de peculiar reíinamiento, daba idea del tono y la su-
  DIRECTOR Y COMPAGINADOR:            tilcza que aquï son inmemoriales. Kn los postres y, mas tarde,
              N. PIJOAN GÓMEZ         durante el ca.é, aquellos sefiores contàronme con deleite, hechos
                                      y iances de amerícanos de Lloret.

                                           i:,sas anécdotas tíenen mucha chispa, y valdrà la pena de
                                      que recuerde yo alguna.

                                           Según parece, en el ingenio de azúcar que un rico lloreten-
                                      sc construyó cerca de La Habana, uno de los mulatos a su Ser-
                                      vicio hizose un corte protundo en el pie. Inmediatamente nues-
                                      Iro aniericano, mandó ir al bohio a por un cuartillo de aguar-
                                      diente de caiía para desinfectar la herida. Va estaba todo dis-
                                      puesto para la cura de urgència, cuando he aqui que el mulato
                                      arrebata la botella de aguardiente y empieza a bebérsela,

                                           —-Però muchacho — protesta el amerícano —, si era para
                                      tu pie.

                                           El mulato, dando los últimos tientos a la botella, contesto
                                      con duizura y buenos modos:

                                           —Ya bajarà, patronaito, ya bajarà...
                                           Otro lloretense aventurero en Cuba, hombre amante de gua-
                                      sas, ganó mucha plata en la capital con freidurias de pescado.
                                      Y mandó llamar a su hermano, para que viniera a quedarse en
                                      La Habana.
                                           Però el bromista, que tenia un negrazo amigo que domina-
                                      ba el catalàn de Lloret, ie adoctrino sobre detalles, gentes co-
                                      nocidas de la familia y dimes y diretes locaJes. Para colmo de
                                      coincidencias. a no ser por el color, ambos eran de un notable
                                      parecido fisico.
                                           El dia que llego el barco a La Habana, estuvo el negrazo
                                      en el muelle. Subiendo a bordo, abrazó con aparatosa emocids
                                      al hermano de su amigo y dijole así, Uorando:
                                           —Germà meu. I quin goig em fa veure't!... I na Qulmeta,
                                      que fa na Quimeta? I en Pere, i en Sidro? E s veritat que s'ha
                                      ferit en Sidro?
                                           El otro retrocedia, atónito, asustado. Però el negro sabia
                                      magnificamente el papel.
                                           —Germanet, germanet... Ara ja soc feliç. Viuràs a sa casa
                                      que m'he fet L'Habana. T'agradarà.
                                           El hermano, medio repuesto de su inicial espanto, creyó Uc-
                                       gado el momento de puntualizar las cosas:
                                            —I així negre com tu, em tinc que tornar? No m'aprofitaria
                                       pas s'estada a Cuba; no em fotràs pas tu. N o , n o . . . m'en tomo
                                       Cap a Lloret.

                                                                                           -B
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