Page 2 -
P. 2
EL LLORETENSE.
sol y el aire pueda renovarse con suma facili- Mens bondin corf ore sano.
dad, y donde puedan entregarse sin el menor Hemos apuntado en las primeras líneas de
peligro á los juegos y carreras de su edad in- nuestro modestísimo artículo, que el niño refle-
fantil, lo que contribuye á sti robustez y rápi- ja en su modo' de ser infantil, aunque de un,
do crecimiento; desterrando con justo horror la modo embrionario, pero con toda la franqueza
costumbre de fajar á los niños, que, sobreopo- de que es capaz uu niño, todas sus ingénitas
neree al natural desarrollo de todos sus miem- tendencias, todas sus naturales aptitudes, todas
bros, contribuye á la forzada depresión de unos, sus buenas ó malas condiciones que más tarde
para dar lugar al abultamiento descomunal-, de han de elevarle ,ó deprimirle; hemos significa-
otros; no embutiendo á los niños en vestidos do, en una palabra, que él nos revela de una
demasiado calientes, por ocasionados á conges- manera microscópica lo que será el hombre, y
tiones habituales en la cabeza y el vientre, ni hemos añadido, que se puede sacar grandísimo
tampoco demasiado fríos, porque ello se opone provecho de este género de observación y es-
al movimiento nutritivo y repele al interior la tudio del niño, fomentando sus buenas cualida-
energía que igualmente debería esparcirse por des y oponiendo xin potente dique á sus malas
la piel; lavando á los niños diariamente una ó pasiones. •
más veces con agua a la temperatura atmosfé- ¡»
rica, pues la suciedad y falta de-la debida lim-
'En efecto, reunid una doclena de niños de
pieza pueden producir, muchas veces irritacio- una misma edad y de idénticas condiciones: al
nes é insomnios, ú otras enfermedades de peo-
res censecuéacius; no poniendo á los niños go^- principio no se dirán nada, porque no se cono-
cen y los niños son en general, por naturaleza,
poco comunicativos; pero repetid el ensayo y
rros demasiado estrechos, sino convenientemen- procurad que la escena sea frecuente: veréis
te holgados, para que no se contraríe el natu-
ral desarrollo de la cabeza; no obligando tam- entonces como, ya en la amistad, hay uno que,
poco á los niños á que anden antes de tiempo, por su superioridad relativa, se impone á los
demás, y los que han nacido en condiciones pa-
si no se quiere que cuando grandes tengan las ra obedecer se le sejetan espontáneamente y se
piernas torcidas; protegiendo el sueño del niño,
por convenir así á su nutrición y crecimiento; le subordinan; otro habrá indóníto que, aspi-
ordenando á la nodriza ú.otro cualquier domés- rando£ mandar;,y no pudiendo alcanzarlo, por
su inferioridad!'• relativa, dará él grito de indis-
tico, que jamís mezcan á los niños cuando es- ciplina, marchándose á otra parte; éste lo da-
íán en la cuna, pues aquel vaivén les marea, y
puede producirles, como se ha visto muchas ve- ría todo, el pan, las frutas, sus juguetes, por-
ces, congestiones cerebrales, y otros excesos; que tiene un corazón noble y generoso; aquél
atisba la ocasió)i, oportuna de desposeer á sus
y, por último, cuidando de que jamás se meta compañeros de sus juguetes y caramelos; el do
miedo á los niños, so pretexto de que obedez-
can, con el ya obligado ¡úáe todas las familias, aquí es decidor como una cotorra; el de más
que comunmente suele ser el sereno ó alguna allá es taciturno y reservado como un mochue-
lo; quieren jugar y no se entienden: éste quie-
vieja endiablada, si queremos que cuando gran- re que sea á soldados; aquél dice que ha de ser
des sean varones firmes y enteros. Tales son los
consejos más generalizados y convenientes que al trompo; el de más allá quiere que sea á la '
liemos sabido encontrar eii varios tratados es- gallinita ciega; en fin, que no se entienden y,
queriendo jugar, á tantas cosas, acaban, como
critos ad.ñoc para los niños, y que recomenda- .es natural, por^a jugar á nada.
mos de un modo especiaiísimo á la atención de
los padres, y muy particularmente á la de las Ved aquí, ürf cuadro inmenso de' diversidad
madres, como más allegadas, por decirlo así, y detonas, de caracteres y pasiones... Ved aquí
más en continuo trato con sus hijos. Cuidando una suma variabilidad de temperamentos y pre-
do esta suerte su parte material, á cuyo fin, co- disposiciones: en unos la bondad, en otros la
mo hemos consignado, van encaminados los an- avaricia y aún la, rapacidad, en éste el desme-
teriores preceptos ú observaciones de'higiene dido espíritu de mando y la indisciplina, en
doméstica, lograremos dotar á nuestra sociedad .aquél el ordeny la obediencia, en todos la fal-
de hombres robustos de cuerpo y rectos de in- ta de unión y conformidad... El cuadro es per-
teligencia, cumpliéndose, en beneficio de todos, fecto; ¿qué más falta, pues, para parangonar
nquella sublime máxima latina: esa sociedad embrionaria, esa sociedad de niños,