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EL LLOEETENSE
Cuando quedó solo, pareció respirar más li- ballos conuna mano mientras que con la otifá
bremente porque lanzó un suspiro. sacaba á la mujer casi desmayada.
—[Ah!... se dijo, después que me juró eterno Era Pilar.
amor, después que confié en sus palabras El carruaje partió á toda carrera, cuando los
traidora me vende y arranca de mi corazón el guardas de la Puerta de Serranos llegaban con
suyo para entregarlo á otro amante... ¡Pobre luces á cuyo resplandor pudo ver el joven fren-
Elisa!... no comprende queese amor será mi te á sí, de rodillas á Elisa pías dos señoras que
muerte y su desesperación! las acompañaban, que habían quedado con la
Ya habrá, por estas palabras, adivinado el vista y las manos dirigidas alcielo.
lector lo que pasaba en elánimo deljoven y por- Emilio no pudo .contener un movimiento de
que le hemos visto tan abatido. Emilio amabay sorpresa viendo á Elisa.
había sido amado, habla soñado en una felici- Al renacer Pilar en los brazos de Emilio, di-
dad sin límites, consagrando su corazón al amor jo mirando fijamente á su rostro:
de Elisa. Inesperto y sincero lacreyó constante —Gracias, gracias; es V. mi salvador, le de-
pero... ¿cuál es lamujer que no se deja arras- bo mi vida, mi gratitud será eterna.
trar siquier por un solo instante de ese senti- El joven oyó aquella voz argentina y delica-
miento de coquetería que tan felices las hace un da que conmovió su ser y renaciendo en lamen-
din y tan desgraciadas para toda suvida?...Eli- te la imagen de surival, y en elcorazón los des-
sa le amó;pero'su corazón fue sorprendido al denes de Elisa, dijo á Pilar:
ver ante sí á unjoven militar que pronunció á —Si V. medebe la vida yo le deberé mi amor.
su lado palabras lisonjeras. Emilio no la veia en Elisa alescuchar la voz de Emilio ?e levantó
este momento, no escuchaba las frases del nue- de repente y Pilar, corriendo hacia ella, la abra-
vo amante yElisa fue por un momento vencida zó diciéndola trémula de emoción:
con las declaraciones del militar. Desde aquel —Nunca es tarde para elbien que Jlega
día ciega, llena su mente devanas ilusiones,, cre- [Oh desgracia afortunada!
yó que un porvenir de felicidad se abría enel EüUAábo SAINZ NOGUERA.
horizonte de suexistencia; todas susmiradas, {Continuará.)
' '•
todas sus sonrisas eran para eljoven oficial que
había prometido amarla. ¿Poro cumplirá, oqtn UAÍU.UÜU i
promesa?
Emilio había notado con tristeza este cambio
en el corazón de Elisa y abatido lloraba la feli- La ag-onía del pasado año fue terrible. Elnaci-
cidad perdida en que soñó. miento del presente, como engendro de padre co-
rrupto y débil, ha sido fatal.
—¿Qué hacer?... se decía, ¿cómo arrancarla
de mi corazón si ella fue la primera mujer que La tierra clásica déla chulería y lagracia, la
encendió enél el fuego del amor?... ¡Imposible... que cruza cual salutífera vena eldelicioso Betis, ha
pero ah!... la imagen de ese hombre pareceper- visto desmoronar sus casas y sepultarse entre sus
seguirme por doquiera como siniestra sombra ruinas á centenares de familias andaluzas.
que se goza en mi desgracia. ¡Ay de aquel que
vio días más felices! ¿Dónde encontraré la dicha Esta vez enEspaña, como en otras tantas, el
sin suamor? | Ingrata I ¡ingrata! sentimiento de la Caridad háse despertado impo-
nente, avasallador, cual si unreñido pugilato hu-
Y se abismaba másy más en su dolor. • biérase entablado entre la acción destructora de la
naturaleza y laobra benéfica del hombre.
Ya había atravesado el puente de Serranos é Hánse organizado públicas cuestiones; nuestros
iba á internarse en laciudad, cuando oyópor la coliseos han abierto de par en parsus puertas y han
izquierda elruido de un carruaje que se apro- consagrado elproducto de sus beneficios á mitigar
la desastrosa situación de nuestros compatriotas del
ximaba á todo escape.
La noche era muy oscura yni aún los bultos mediodía; los nobles, los que,según frase de un elo-
cuente escritor, han sabido serlo, aprovechando tan
• se distinguían. Solamente á lo lejos brillaban co- propicia ocasión para sacudir el polvo de vetustos
mo dos carbunclos los faroles del vehículo. escudos y blasones, han improvisado expléndidas
fiestas y atraído á sus soberbios alcázares todo lo
De repente un grito de terror resonó en el es-
* pació producido por más de una voz, y quesa- más selecto que en aristocracia, riqueza, política,
"Sí'ió 4el sitio por donde avanzaba el carruaje. Emi- ciencia, artes., elegancia y hermosura encierra la
Lse lanzó enseguida sobre el lugar, y á la es- faustuosa Corte española, cuyos pingües rendimien-
3,H luz de aquellos dos faroles pudo ver casi tos han depositado enla descarnada mano del des-
be ]as,E(iada£.del coche la figura de una mu- valido andaluz; las naciones amigas y sus prínci-
jer pes han demostrado palmariamente cuan bien les
Sesgo de su vida detuvo los ca- sienta el dictado de cultas, haciendo .propias núes-