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EL DISTIUTO KAIINKNSR                                                                                                                                                                                                                                                                                  f»

Kl (comienza á destsperarse).— nada... corno MI amigo de usted Ella (sollozando).—No, no, amigo ción tli" su dolencia, dice ú la
¡Ah! Si vamos A entrar ahora en 1). Justo, por cjcmplt).                                                 mío; soy yo quien te pido perdón señora:
ese capitulo, r.o acabaremos nun- Kl ¡provocativo/.—¡Ah, sí! He t>or haberte provocado... Tú tenias —Croo que necesita Vd. volver
ca (tratandode la paz).—Mira, Lo- ¡iqui uu caso en que yo apruebo...» razón... Ahora lo recuerdo per- á cacarse.
la, mejor hariainos yéndonos a que en este momento...                                         * fectamente... Yo confundía á Julio —¡l'ues con Vd., doctor, si Vd.
                                                             Ella.—¡Eh! ¿Qué? ¿Qué quiera el actor con ese mejicano rubio quiere!
acostar.                                                                                                 que ha Hegadn hane poco agre- —Perdone Vd., señora; los mé-
Ella.—Con todo esto no he sabi- usted decir?
do de dónde conoce usted á ese El (tratando de moderarse/.— gado á la embajada.                                                                                                                                                                                                                                                                        dicos no tenemos costumbre de
rubio de Julio. (El maridose pasea Nada, nada; yo sé lo que me digo-                                                                                                                                                                                                                                                                                   tomar las medicinas que rece-
por elgabinete sin articularuna pa- Pero, por última vez, déjame tran-                                      EPÍLOGO                                                                                                                                                                                                                                    tamos.

labra). Mas político seria respon- q-Ullu.                                                               El ruido del bofetón, resonando
der que no sonarse los dedos tan                                                                         en la escalera, despertó á los cria-
desagradablemente.                                                ¡Serefugia en la cocina).              dos, que dormían en una habita-                                                                                                                                                                                                                 p.n un restaurant:
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         —Camarero,¿cuántos días tiene
  El (tratando decalmirse).—Va te                            Ella (persiguiéndole!.—¡Ah! ¡Conción vecina al terrado del hotel,                                                                                                                                                                                                                         este pescado?
he dicho que fue en uu día de llu-                           que usted aprueba nsu amigo don los que creyeron que se había roto                                                                                                                                                                                                                          —No lo sé, señorito. Como no
via: yo pasaba en mi carruaje, y                             Justo poique le ha dado un bofetón          algo del techo y stí les venia en-                                                                                                                                                                                                            hace más que dos semanas que
por poco lo atropello sin querer,                            a su mujer!...Querrá usted quizás       la  cima.                                                                                                                                                                                                                                         estov en la casa...
me detuve para pedirle perdón, y                             imitarle, y se figura, sin duda,
entonces le conocí.                                          que yo soy un alma de llias como              Se pusieron en pie y vieron bajar                                                                                                                                                                                                             En un baile.
                                                             Ana... Guárdese usted de amena-             la escalera á los dos esposos, que                                                                                                                                                                                                              Una señora muy hermosa pre-
  Ella.—Loque me llama extraor-                              zarme... á mi... con nn dedo sola-          volvían alegres por la reconcilia-                                                                                                                                                                                                            gunta á un hombre político que
dinariamente la atención es que                              mente... porque mañana no vivirá            ción.                                                                                                                                                                                                                                         la contempla con gran insisten-
haya sido justamente con Julio ese                           usted!! (Mirándole por debajo de                                                                                                                                                                                                                                                          cia:
encuentro.                                                   nariz). Vamos, tóqueme usted...               Algunos de ellos se sonrieron                                                                                                                                                                                                                 —¿Porqué me mira Vd., tanto,
                                                             le desafío (El la rechaza suave-            comu diciendo:—¡Si serán niños!                                                                                                                                                                                                               caballero?
  El.—Hay casualidades en lami-                              mente sin deciruna palabra}.¡Ah!            Deben quererse mucho para andar                                                                                                                                                                                                                 —No lo extrañe Vd. señora.
da.                                                          ¡No se atreve usted! ¡No tiene el           á estas horas, como los gatos, por                                                                                                                                                                                                            Estoy muy preocupado con eso
                                                             suficiente ánimo para cometer la            las alturas, teniendo un cuarto tan                                                                                                                                                                                                           de la riqueza oculta.
  Ella.—¿Y allí fue cuando le pa-                            valentía de pegar á una mujer!...           hermoso donde durmir.
reció á usted ver que era moreno?
                                                                                                           Y asi se escribe la historia.
  El (levantandolos ojos al cielo
con los puños cerrados). — ¡Oh!                              Mire usted bien estas uñas, con                                                    WASP
                                                             ellas le destrozaré i usted la cara...
(No responde nada y mide la habi-                                                                        (Be Le Charivari?)

tacióncon paso nervioso). ¡Olí!
                                                               El (todavía dueño de sil.—Ten
  Ella. —Puede usted poner en                                cuidado, Lola; me has hecho daño              SECCIÓN RECREATIVA                                                                                                                                                                                                                            En juicio oral.
blanco los ojos y andar á saltos                             en un ojo con uno de tus dedos                                                                                                                                                                                                                                                              El presidente á un testigo:
como un acróbata, pero todo eso                              ¡agarrándole unamano].                               MISCELÁNEAS                                                                                                                                                                                                                            —¿Estaba Vd. presente cuando
no es responder.                                                                                           —¿Es Vd. casado?                                                                                                                                                                                                                            el acusado disparó el primer tiro
                                                               Ella.—Suélteme usted ense-                  —Sí, señor.                                                                                                                                                                                                                                 de rewó'.ver?
  El.—Pero, ¡voto á mi abuela!                               guida la muñeca, ó grito a la guar-           —¿Con proleí                                                                                                                                                                                                                                  —Si, señor.
¿qué quieres tú que te responda?                             dia, el asesino y fuego, todo á la            —No señor: con Jacinta.                                                                                                                                                                                                                       —iA qué distancia?
                                                             vez.                                                                                                                                                                                                                                                                                        —A dos pasos.
  Ella.—Que tengo razón.                                                                                   -Diga usted, D. Nicomedes,                                                                                                                                                                                                                    —¿Y cuándo disparó el segun-
  El.—Te lo he confesado dos ve-                               El.—Ten entonces cuidado con              tan empapado como está Vd. con                                                                                                                                                                                                                do?
ces. .                                                       tus manos.                                  el espiritismo, ¿no recuerda Vd.                                                                                                                                                                                                                —A un kilómetro.
  Ella.—Si, pero hay maneras de                                                                          haber sido animal nunca?                                                                                                                                                                                                                        Un elector que ha perdido la
decirlo.                                                       Ella (nerviosa en último grado/.—                                                                                                                                                                                                                                                       paciencia, interpela al diputado
  El (adoptando la mayor calma).—                            ¡Ah! trata usted de maltratarme               —Sólo recuerdo haberlo sido                                                                                                                                                                                                                 de su distrito sn estos términos:
Escucha, Lola: estoy un poco ma-                             porque Julio, el actor, es rubio;           una vez.                                                                                                                                                                                                                                        —Dice Vd. ahora que está in-
lo;asi, te pido gracia; no continue-                         pues pruébelo usted; lo tlesafio...                                                                                                                                                                                                                                                       deciso, y durante las elecciones
mos más, vamos pronto á acos-                                pruébelo.                                     —¿En qué ocasión?                                                                                                                                                                                                                           me aseguraba que tenia un propó-
tarnos.                                                                                                    —Cuando presté á Vd. aquellos                                                                                                                                                                                                               sito fijo y determinado.
                                                               El (con expresión de rabiaj.—             tres mil reales.                                                                                                                                                                                                                                —Sí, señor. El de ser elegido.
  Ella.—¡Oh! es muy fácil, cuando                            ¡Oh!
no se tiene razón, el salirse del                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  CHARADA
asunto diciendo que se está malo.                                       (Sale al jardin!
Y yo, no estoy mala también, des-                              Ella (siguiéndole/.—¡Ah! es usted
pués que hace una hora que me                                de esos que pegan á las mujeres...
                                                             pues atrévase usted á principiar
está usted mareando^ paseándose por mi.
asi eu el cuarto al rededor de los
muebles.                                                     (El  sube al primer   descanso de la          —Juan, ¿qué ha hecho Vd., de
                                                                     escalera del  terrado/.             la caria que dejé sobre la mesa
  El (sintiendo que se le acababa la
paciencia).—Mira, prefiero mejor Ella (subiendo detrás].—Tóque- de mi despacho?
cederte el campo.                                            me usted, si, no le pido más... tó- —Señor, la cogí y la eché al
                                                             qneme... ¡con los puños y los dien-         correo.
(Se marcha á la pieza contigua.—                             tes apretados);—Si, sí, si, es ru-            —¡Pero, animal! si no tenía                                                                                                                                                                                                                 —¡Dos tres refrenó mi ira,
Ella después de haberle dejado un                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       ó el dos tercia no me salva,
instante solo, no tarda en ir en                             bio...  ahora  pegúeme  usted.              puesta la dirección...                                                                                                                                                                                                                         te juro por vida mía,
                                                                                                           —Me tiguré que el señor no                                                                                                                                                                                                                  que haré una barrabasada!
«u busca).                                                        (El salta al otrodescansoj                                                                                                                                                                                                                                                            ¡Eres un dos, un bandido,
                                                                                                         quería que se supiese á quién es-                                                                                                                                                                                                              un holgazán, un canalla;
                                                             Ella (con elairede *otro toro*).— cribía.                                                                                                                                                                                                                                                  y con el pelo «na tres,
  Ella.—¿Cuándo habrá usted re-,                             Rubio es... rubio es... Es rubio, y                                                                                                                                                                                                                                                        que inspira desprecio y lástima,
nunciado á representar esa come-                             es rubio.                                                                                                                                                                                                                                                                                  entre truhanes en eltodo
dia? Ya sabe usted que a mi no me                                                                        En un tribunal:                                                                                                                                                                                                                                el mejor tiempo malgastas!—
gustan las gentes nerviosas y tes-                                   (El sube á lo último).              El presidente.—¿No se aver-                                                                                                                                                                                                                    Asi gritaba una esposa
tarudas. ¿Tengo yo culpa de tener                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       á un hombre de buena pasta,
la razón? ¿Cree usted que á mí me                            Ella (con locura nerviosa).—Es güenza usted?                                                                                                                                                                                                                                               que dio muy tranquilamente
importa gran cosa que su Julio sea                           rubio, es rubio, es rubio... ¡Pero, El acusado.—¿De qué?                                                                                                                                                                                                                                   una vuelta por la sala,
rubio ó moreno?Solamente, como                               pegúeme usted, gran cobarde!                El presidente.—Es esta la vigé-                                                                                                                                                                                                               y, calzándose el sombrero,
es realmente rubio, es por lo que                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       salió sin decir palabra.
yo busco el interés que usted ten-                             (El pobre hombre quiere subir             sima vez que viene Vd., á este
drá para pretender que sea mo-                               más, pero está cerrada la puerta            sitio.                                                                                                                                                                                                                                                               P. P. y W.
reno.                                                        que saleal terrado y no puede).
                                                                                                           El acusado.—¿Y eso qué im-                                                                                                                                                                                                                       FUGA DE VOCALES
  El.—Pero, puesto que yo con-                                                                           porta? ¿No viene Vd., también                                                                                                                                                                                                                        D. m.r.r n.c. .1 .m.r,
fiesoque es rubio, ¡¡déjame tran-                              Ella.—Ya le decía á usted que todos los días?                                                                                                                                                                                                                                                  d. v.r s.fr.r .1 s.fr.r;
quilo con mil demonios!!                                     no se atrevería á tocarme... yaho-                                                                                                                                                                                                                                                               rf.l .j.mpl. .1 m.l v.v.r;
                                                             ra, que me ha traldoaqui tan alto...                                                                                                                                                                                                                                                             d n. v.r .1 .Iv.d.r.
    (Se refugia en su despacho).                             slsLeiuojEpEKeqlsalulllil.,i—ac{de.opm—erU,eeercnEtpdeáasveisleagltvraisnuaigt/drbeáo,moi.smove..l.oi;a.ilslve,pce¡rardcubeáeleslbolazaecfatioe)ou;.!.—stteeMdlo,ira,dgpeorEaEEr(cnll¡cl.iltaia—aro..es—an¡droTDnoseoisanvsb^a!alomoáseao!lnctu¡epSsrrir:eisraecnuatnbimaariedemnetsoo-s
  Ella (persignándole).—Mejor se-                            Ella.—liubio, rnbio, rubio.                                                                                                                                                                                                                                                                        JEROGLIFICO
ria que fuese usted político y res-                          El.—Otra ve/., ¡cállate!
pondiera sin esos juramentos de                              Ella.— |.\rchi-riil)in!                                                                                                                                                                                                                                                                     D
carretero, Porque, caballero, ig-                            lil (exas¡,enuín).—pues... toma!!!          Decía nn militar fanfarrón:
noro la razón de que, por ser ner-                                                                       —¡Indudablemente soy un Cé-                                                                                                                                                                                                                             .£. +- .A.
vioso, se crea usted dispensado de                                                                       sar!
tener ¡;ducación.                                                                                          —Sí—lo contesta un amigo;—y                                                                                                                                                                                                                 La» ioluciontM en el próximo número.

     (El se retira ni comedor).                                                                          .morirás asesinado por bruto.

Ella (si;fUiiindo!,-).—y además,                             (Lepega un bofrtñn.—Momentos de
ya lo sabe usted: yo detesto las                               estupor.—hit maridose queda es-
g11elnoteqsueredniccoerno, sla'rselqiuiirfio  .se   aforran    lupefactn po" su .ido de bruta-
                                              á    las gen-  lidad; pero la conmoción ha pro-
                                                             ducido un,t crisis saludable en el
tes vivas, que no tratan nunca do                            ".•ttiuUi nervioso      de  la  nmjtr,i¡ne Una viuda, joven y distinguida,
«lernizur una tontería; usos ten-                            rompe á llorar).                            m á consultar al Dr. López, que
drán 'nionicntoii de arrebato, es
verdad; pero al menos, pasaiíos El (nvurgin^ado).—Lola, te pido es un solterón empedernido.
fulos no vuelven ú acordarse de humildemente perdón...                                                   Este, después d>joir la explica-
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       Imp. da la <?••« V i* Ca/Jáct - f e
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