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H .Q JA              D o M 1 N 1 C A·

           AÑO XXXV  l..lo_ret de Mar, 1 de Marzo de 19M.  Número 712

                                             Tomó Jesús consigo a Pedro y Santiago y a Juan su hermano,

                        alliy los llevó a parte a un monte alto: y se tra.nsfiguró en su pre-

                                        sencial resplandeciendo su rostrolcomo el sol y quedando sus ves-
                                        tiduras blancas como Ja nieve. Y en esto se aparecieron Moisés y
                                         Elfas, hablando con él. Tomó entonces Pedro la palabra y dijo a
                                        J esús. Seftor, bueno es que permane.zcamos aqui: si quieres, haga-
                                         mos aqui tres tiendas, una para TI, otra para Moisés y otra pa~a
                                         Elias. Estaba Pedro, aún hablando, cuando vino una nube respl¡\,p·
                                         deciente a cubrirlos. V de pronto se oyó una voz desde Ja nube
                                         que decia: Este es mi Hijo muy amado, en quién tengo todas mis
                                         complacencias: escuchadle. Y olr al esta voz los discfpulos cayeron
                                         sobre su rostro en tierra, y tuvieron grande miedo. Mas Jesús se
acercó a ellos, y les tocó y les dijo: Lev~ntaos, y no t~áis. Y alzando ~lloa los. ojos no vie ron a
nadie sino sólo a Jesús: Y al bajar ellos del monte, les mandó Jesús diciendo: No di¡riis a nadie
lo que habéis visto, hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos.

Por qoé Cristo &e tranl!lfi&oró

Unos dias antes Jesús había anunciado a sus Apóstoles su próxima Pasión y Muerte, dlclén·

doles que era necesario que el Mesias subiese a Jerusalén y fuese apresado por loa judfos, maltra-

tado, azotado y crucificado. Y no contento con anuqclar su Pasión y Muérte, promulJZó acto se•

guido la ley fundamental del cristianismo, que es cruz y mortificación, diciendo: Quien quiera

venir en pos de mt, niéguese a si mismo, tome su cruz todov los dlas y slguflme.

El vaticinio de la Pa11ión del Seflor. por una parte, y la ·doctrina de la cruz y de la renuncia,

por otra habían causado en los Apóatoles gran imprelión, de tal manera, que se hallaban sumi-

dos en gran abatimiento· y tristeza. Fué entonces cuando Jesús quillo levantar el ánimo de sus
Apóstoles, robustecer su fe y. consolar su espfritu, haciendo que presenciaran la m~nlfestación

maravillosa de su gloria divina en l& Transfiguración.                            ·
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