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En el confesonario no se paga, se restituye

En día de gran concurrencia se presenta un         - ¿V. ha pagado alguna vez en el confeso-

sacerdote en una · estación de ferrocarril y se nario?

acerca a la taquilla para tomar billete.           -Sí, sei\or.

-Detrás mio- le dijo un caballero-yo esta-         - Entonces- dice el cura sonriei1do - tanto

ba aquí antes que V.                               peor para V.; en el confesonario no se paga,

-Es posible-respondió el sacerdote- pero sino para restituir lo robado.

creía haber llegado primero.                       Ante Ja ocurrencia del bue_n sacerdote, una

-No, sei\or- replicó el otro en tono burlón- merecida burla de los asistentes fué la respues-

soy yo; aquí como en el confesonario, todos.por ta que obtuvo el cabaJlero agresivo contra un

tumo y el dinero en la mano, porque no se fla. ministro del Sei'lor.

           El Crucifijo de Uf) moribu17do

   El Párroco de una población eminentemen-        ba espiando Jo que hacia. De repente le vi que

te obrera, situada en el norte de Italia, recibió  empezaba a besar Jos pies de la imagen del
la visita de Ja viuda de un mecánico que se ex-    Crucifijo y que lloraba amargamente. Esto me
presó de esta manera: •Estoy muy triste, Sr. Pá-   dió valor para entrar y d'ecirle si quería un sa-
rroco, porque temo que mi marido, que, como        cerdote. Yo no soy digno-respondió-de que
sabe, falleció hace poco, se encuentre cm el in-   un ministro de Dios y con mayor ra.zón Nues-
Herno. No tenla fe. Cual-
quier imagen que viniera                                                        tro Senor ve.nga a mí. Yo
a sus manos, aunque fue-                                                         Je pido que tenga gran
ra la del Crucifijo, era vio·                                                    misericordia. Volvió a be-
                                                                                 sar el Crucifijo y murió
lentamente destruida. Por
él, yo no podía ir a Misa                                                        en esta actitud >.
                                                                                     •Senora-le dijo el Pá·
el domingo y sólo podía
hacerlo durante la serna·                                                        rroco-quede V. tranqui-
na cuando él estaba au-                                                          Ja y ruegue por él. Vues-
s1:nte. Blasfemaba cons-                                                         tro marido, como el buen
tantemente, incluso du-                                                          ladrón, se ha salvado,
rante su última enferme-                                                         porque Dios le ha conce-
dad. Mi madre no se atrevía a entrar en su ha-                                   dido en sus últimos mo-
bltaclón, y, cuando lo hacia, debla hacerlo con    mentos la gracia de la contrición perfecta•.
                                                       Aprendamos de este ejemplo a excitar mu-
muchas precauciones•.
    •Un dla se oyeron grandes exclamaciones.       chaslveces en nosotros el acto de contrición o
                                                   de dolor perfecto, que consiste en el sentimien-
Entramos y le vimos con la cabeza echada ha-       to y pesar que tiene el alma de haber ofendido

cia delante y respirando con mucha fatiga. Me      a Dios por ser El bondad infinita que tanto nos
dijo: Tráeme tu Crucifijo. Yo temia que quisiera   ama. Recemos con frecu encia ti Señor mio Je-
también profanarlo y me resistía a entregárse-     sucrlsto, donde se contiene un acto de contrí-
lo. Mi madre me aconsejó que se lo diera. Lo       ción y por lo menos recémoslo al acostarnos y
hice y salf inmediatamente. A escondidas esta-     al levantarnos.

                      Consultorio Espiritual y Litúrgico

(C. S.-G.) Desearla saber si al empezar el guarse; pero no hay ninguna necesidad de ello

Evangelio en la Santa Misa, es mejor signarse, y es más conforme no hacerlo. Asi como al em-

como hace el sacerdote, o además santiguarse, pezar la Misa.nos santiguamos, porque invoca-

como hacen ordinariamente los fieles, aún re· moa a la Santísima Trinidad y allá es mejor el

ltgtosas.                                          santiguarse, aqui es mejor el signamos, porque

                      Sólo debemos signarnos es una petición. No olvidemos que en el Evan-

No olvide que el sacerdote obra en virtud de gelio se leen las enseftanzas de Jesús para que

lo que le manda la lglesla. ,Por lo mismo, siem- las aprendamos. Nada, pués, más conforme que

pre obrará más acertadamente haciendo lo que Dios nos libre de nuestros enemigns, especial-

él hace. En el caso que V. propone no es cosa mente del demonio, que se esforzará en tentar-

mala, sino buena, además de signarse, el santi- nos para que no aprovechemos sus ensenanzas.

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