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AÑO 11. Lloret de Mar 10 de Abril de 1897 NúM. 2G .
PRECIO& DE 8DSClllrrIÓN ADVERTENCllS
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domt\s ¡mntos dol p1ir- dobo tlirigir•o al Di-
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PERIÓDICO ILUSTRADO DE A VISOS, ANUNCIOS Y NOTICIAS
Defensor de los Intereses morales y materiales del Partido de Santa ,Coloma de Farnés
SE PUBLICARÁ FONPADOR PllOPIBTARIO. D m ECTO l l : -- ~
á lo nienos una vez á la semaT>a
¡¡ O. Juan Sala y Fábregas "' O, Eugenio Garrid de Sabater REDACCIÓ:'.\1' y AD:'IUNISTRACIÓN
Calle Peligros. ntím. 6.- L !.ORET DE MAR (Gerona)
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tuya;» así dijo y sumido otra vez en el silencio cavilar atenta contra el cielo, blasfemando de
de la meditació n, apuraba ya e n espíritu las aquella Generacion que Ja lengua del mortal n o
SANTORAL DE LA SEMANA PRÓXIMA acerbas heces del cáliz m ás terrible. puede narrar, de aquel verbo que era ya en un
MES CONSAGRAtO AL PATRIARCA SAN JOSÉ . III principio, y estaba ante Dios; y era Dios, por-
10 Sábado: San Ecequiel, profeta. Anima. Entre tanto no olvida su amor á sus predi- quién se han hecho todas las cosas? ¿No veis
lectos discípulos: se levanta, se les acerca, y re- como en la astuta maraña se encuentra enreda-
11 Domingo de Hanios: San León el Magno, papa y conviniéndolos con dulce cariño, les exhorta á do el mundo entero, y asombrado del error en
que velen con él siquiera un m omento: «¿ una que ha caldo, se apesara y gime? ¿No veis como
doctor. sola h or..t no pudisteis vigilar ·conmigo? Indul- beben el mortífero veneno numerosos pue blos
gente, se aparta el mansísimo Cordero, los deja llamados á la luz de Ja ve rdad, preparando lar-
12 Lunes: Santos Julio, papa y Víctor, mártir. que disfruten de reposo, mie ntras él para sal· ga serie de desastres á la Esposa del Cordero?
varios tiene destrozado el corazón. Enderézase De entre los escombros de escuelas pul verizadas
13 .Martes: San Hermenegildorey y San Justino, már· de nuevo el punto escogido, y comenzando otra renacen como pestíferos insectos los febriles de-
vez Ja sentida plegaria, in voca á s u Padre celes- lirios que en su fiera altivez apellidara el hom-
tires. tial para que aparte si es posible el formidable bre prodigios de concepción vasta y elevada: el
cáliz. Y otra vez se les acerca, y les encuentra Hijo de Dios padece y muere para iluminar y
14 Miércoles: San Telmo, Confesor y Santa Domnina, también dormidos; y dejándolos, to rna de nue- salvar el mundo; y la vanidad, y el orgullo, y la
virgen y mártir vo á o.qtr, para que pase de él, si es posible, el ambición se conj uran para hacer inútiles tan ta
amargo cáliz; pero de tal manera, que no se haga dignación y misericordia! ...
15 , Jueves Santo: Santas Basilisay Anastasia, mártires. su voluntad, sino la del Eterno Padre.
VII
Abstinencia de carne. .
16 Viernes Santo: San Toribio, obispo y Santa Engra-
cia, virgen y mártir. Abstinen cia de carne.
EL HUERTO DE GETHSEMANí
Estaba la noche en la mitad de su carrera: IV Allá en la ilustre Bi zancio, inmortalizada
la luna' despidiendo sus lúgubres resplandores,
parecía en la inmensidad de los cielos la pálida por Constantino, está mirando al hombre de
antorcha de vasto panteón, donde reposan los ¡Qué pe ns.ares tan dolo;,osos oc_u pan su me n; perdicj 6n que vano de su saber nRtenta los do-
restos de un poderoso monarca. Divisábanse te! ¡q ué ag~b10 tan angust10so,oprime su pecho. nes que .Je otorgara el Cielo. En la cátedra de
acá y acullá en la azulada b óveda algunas ·estre·
llas cuya vibrante luz se eclipsaba de vez en ¡qué co ngo¡as de mortal agon1a despedazan s u almo templo, revestido con pomposa magn ifi-
cuando con el brillo del astro nocturno; la ciu-
dad de David, s us baluartes, sus encumbradas alma, pues copioso sudor de sangre baña el sa- 11 cencia, enarbola el estandarte del cisma, arros-
torres, sus a lcáza res, su templo, presentábanse
confundidos en tenebroso grupo, cual fún ebres cro rostro y corre con ar royo hasta el suelo! trando gran tropel de pueblos que, extra viad os
espectros que e n las sombras desplegaran s us
miembros de gigante. Los metales herid os po r ¡Ay! que es tá viendo del Gólgota la horrorosa por Ja señal pérfida y desfurpbradora, desoyen
Jos rayos de la luna, relumbraban tal vez con cumbre, y la afrentosa muert~ del made~o, Y la las amonestaciones y consejos que le dirige la
algún reflejo, como feble llamarada que se ex-
halaba de la lobreguez de las tumbas, ó sinies- burla del soldado, y el escarn10 Y feroz insulto cátedra de la ciudad Eterna. ¡Oh! ¡!.¿ u ién fuera
tro fulgor de acero blandido en las tinieblas.
Las aguas del Cedrón murmullaban sordamen- del desapiadado fariseo! ¡Ay do lor! Y está v iendo capaz de concebir el profundo y agudísimo do·
te, y los,ecos del valle respondían al ruido: hu-
biérase dicho que los reyes enterrados allí des- también las angustias de una Madre amorosa, lor que a tormen taría el corazón del Salvador
pedlan algún lamento desde la h ondura de sus
sepulcros: que sin alivio, sin consuelo, sin amparo andará dél mundo, al contemplar tal cúmulo de males,
II co nfundida entre las oleadas del numeroso pu e· al sentir en un momento toda la fuerza del da ño
Con ala medrosa, leve airecillo osa sacudir blo, oyendo los furi osos a laridos de un a plebe causado en el transcurso de largos siglos! ¡Q u ién
apenas las ramas de los árboles; div-ísanse tres
hombres en un grupo, qye medio tendidos en sediente de _sangre! De una Mad re qu e está mirara con él tanto orgullo, tanta blasfemia ,
el suelo, manifiestan dificultad de mantenerse
velando. ¿Qué hacen allí? ¿son viajeros extra- oyendo el ruido d~ las armas Y el Sonar .de las 1 tanto error é insensatez, tanta ilusión y reduc-
viados á quienes sorprendiera la noche en me- trompetas.' Y sufriendo el b_ru tal e~p u¡ón del ción, tantos medios, tantos afanes y fatigas para
dio de su camino? ¿abrigaban quizás malvada ,.
intención, acechando el momento oportuno de
satisfacer una venganza, 6 de acometer al des- fiero satélite q~e ~º? desprecio Y a lu vez_ le veda perder millones de almas! ¡Quién considerara Ja
prevenido viandante? ... Más }lllá, no muy lejos,
cuanto alcanza el breve trecho de una piedra acercarse al A1usttciado. Marcha á morir, á pa- vanidad la disipación la corrupción el fraude
arrojada, descúbrese una sombra inmóvil...
Acercaos; veréisle en humilde compostura, hin- decer el último tormen to; pero ya conserva 1 la violen'cia la in1·ustic' ia los odios l,as vengan'-
cado de rodillas, orando con fervorosa plegaria; apenas la figura de hombre; n o ti.ene parte sa na, zas reinant'es todavía en'tre los cris' tianos· e llos
pintado en su semblante el raudal de tristeza y desde la planta de los pi es_ hasta la coronilla de qu~ se gloriarían de no haberse apartado de los
de dolor que in un da su an gustiado pecho: su
alma está triste hasta la muerte. Tiene á su vis- la cabeza. Le des.oudan, dislocan sus huesos de muros de la Jerusalén militante, para abrazar
ta el cáliz do rebosa la 'terrible justicia de un
Dios indignado: el esplritu está pronto, pero la manera que pudieran contarse: echan la suerte las profanaciones de las gentes!
carne es flaca. Levanta al cielo sus ojos, y diri-
giéndose al Padre Celestial con inefable ternura sobre sus vestidos, le retan á que descienda de
le dice: «Padre mio, si es posible, pase de mi
l!Ste cáliz; más no se haga mi voluntad sino la la cruz y se salve... Vlll
V ¡Ay! Aparta tu vista, que bastante sufrirá
Pero ¡ah! que n o so1! únicamente los dolores ya tu pecho; no los mjres; del Occidente desvia
que va á sufrir su cuerpo lo que llena hasta re·
bosar el terrible cáliz de amargura. El porvenir tus ojos; no contemples cual rompen con des-
preñado de infaustos sucesos, negro como nube precio tus leyes más sagradas, cual despedazan
tempestuosa, prometiendo todavla triunfos al de tu Esposa el sen o , cual ¡ingratos ! olvidan
infierno, merced á la ceguera y perversidad del hasta el tiernísimo recuerdo de amor q ue á Jos
hombre, se despliega con toda claridad á los humanos dejaste en la v íspera de tus to rmentos
ojos de Jesús; y la luz divina que penetra 'hasta y de tu muerte. No contemples cual dispersan
lo más hondo de aq uella obscuridad, sirve á tu rebaño lobos rapaces; cual en nombre tuyo
presentar en toda su viveza la ingratitud y los siembran entre hermanos discordia horrible;
crl menes que desperd iciarán para tan tos y ta ntos uual á cien pueblos incautos el mortal v eneno
propina, preparando días de luto y llanto.
el infinito precio del rescate pagado con la san- IX
gre de un Dios.
Abandonado á tanto padecer, ¿es posible que
VI te mire el alto Cielo, sin darte siquiera alivio en
tanta pena, en angustia tanta? No; que el amo-
¿Veis cual destroza n la túnica inconsútil las roso ruego que elevaste a l Padre celestial, en
sacrllegas manos de un soberbio, que con vano