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euando suena n a legremente las campanas, afina
 la cobla sus instrumentos, canta la moza dando
 a su vestido nuevo los últimos retoques y en las
·Cocinas chisporrotean los cacharros, esparcien-
 do e l humo indiscreto las más exquisitas fraga n-
 cias, huelga la letra escrita y la monotonía de
 una obligada presentación de los Fiestas.

      Si es innecesario pinta r a lo rosa y perfumar
 a l jazmín, lo es también pregonar con la sosa
 pluma estos acontecimientos populares cuyos res-
 plandores bri lla n en todos los ojos y cuyo jolgo-
 rio se hallo latiendo en todos los co razo nes.

       Los buenos ll oretenses saben de memoria
 cómo son y qué representan para e llos y poro la
 Vill a las fiestas de Santa Cristina, Sa ntiago y San
 Te lmo, y e l vera no todo que es para Ll oret una
 continua Fiesta Mayor; los forasteros saben de
sobra lo que aquí se goza y lo que aquí les es-
.pera. Y ansiamos vivamente entregarnos a la lo-
 co carrera de "S'amorra amorro", en honor de
"Sa Rellíquia"; dar rienda suelta a l espíritu críti-
 co, en el "Bo ll de Plac;a", ante las gentil_es Obre-
 ras de la Santo y sus primorosos vestidos de ce-
 remonia; hierven en ansias de poll o asado unos,
 de concierto y de e ntoldado otros, y muchos-
 ¿por qué no decirlo? - de vestirse la pescadora
azul y co lzarse sus más raídas alpa rgatas y diri-
 gi rse a l mar, atravesando con aire ausente y dis-
 tra ído la muchedumbre endomingada.

      Sí. Estos son momentos más propicios a la
 agudo consigno, que o la p rolijo explicación; o
 la expansión bullicioso que a la filosofía.

       Sea, pues, para e l exterio r, nuestra consigna
 ca rtelera: ¡¡¡Por tierra, mo r y aire, a Llo ret de
 Ma r!!! Y sea lo acción consigu iente, uno invasión
 triunfante, po r los cuatro frentes, de este paraíso
 mediterráneo, que espera o todos con los b razos
 abiertas y el corazón agradecido.
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