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EL'LLORETENSE.

          desde la Aurora hasta la luz postrera.            nocido en más de la mitad del mundo, y segura-
             Al cielo plegué que al abrir sus tallos        mente tendrá ya noticias del crecimiento de mi for-
                                                            tuna que es toda tuya, y por consiguiente sabes...
          aspires en su aroma
          el ambiente de amor, no de un momento                 —Gracias papá, contestó la linda joven con una
          que pasajero asoma ,                              graciosa sonrisa.
          como rayo; fugáx del firmamento;
          sino pasión intensa y duradera                        Internáronse por las calles de la población en
          que á mi pecho intranquilo                        busca de una fonda ó posada donde alojarse en los
          la calma torne que perdió en un día.              dosó tres días que pensaban permanecer en com-
                                                            pañía de Fernando, y como no encontrasen habita-
             ¡Oh dulce, amada, mía!..;..                    ción que bien cuadrase á su gusto determinaron di-
          Si ha llegado mi alma á merecerle                 rijirse de lleno á la casa de aquél.
          amar y más amar.;... será mi suene.

           • ••• . . •  ••'- • ' ' E . S A I N Z .                                 VI.-

                                                            Al llegar salióles una vieja criada que les hizo

                                                            descansar en una bonita sala decorada con esquisi-

                                                            to gusto y elegancia.

                                                            El recien llegado se acercó á un velador que en

                                                            el centro había, sacó un lápiz y una tarjeta en cuyo

           (BOCKTOS D E L N A T U I U L . ) . ./•.,;, ..:•  reverso escribió dos líneas y entregando luego el
                                                            escrito á la criada preguntó:

           (Continuación,J. . .                             —¿Está muy lejos D. Fernando?
                                                            —No señor, en la calle inmediata, en casa de su

                                                            novia... aunque creo que salieron de paseo; pero

           ASI al mismo tiempo que acontecía lo que         veré si han vuelto.
           vamos,refiriendo, desembarcaban en la pin-
          toresca playa de la villa un caballero de         —Oh!... oh!... esclaraaron asombrados y casi á
            ^elegante porte y una bellísima joven de
veinte años, rubia y encantadora.                           la vez hija y padre,... ¿Tiene novia D. Fernando?

    —Gracias á Dios, esclamó aquél como si descan-          —Yo creía que ustedes eran convidados para la
sara de una enorme fatiga, ya por fin hemos lle-
gado.                                                       boda, mas veo que nada saben.... vaya.... v¡iya....

    —Empezaba arma rearme después de tantos, días           pues sí se casa mañana mismo....
de viaje, continúa la joven llevándose graciosamen-
te la mano al sombrero para defenderlo de una rá-           La palidez de la joven rubia fue mortal, y la es-
faga de viento.
                                                            tupefacción de su padre llegó á un punto muy cul-
   —Pero, pueden darse por bien empleados estos
                                                            minante, mirándose ambos atónitos y sin proferir
                                                                                   iJ" *"
                                                            ulia palabra.

                                                            En tanto la sirvienta salía de la casa murmuran-

                                                            do entre dientes:

                                                            —Esto debe ser algo que no comprendo.

sacrificios, objetó el primero, cuando al fin llegarás                             VIL

á ver á quien deseas.                                       Y era en efecto difícil de comprender el desenla-

—Es cierto, papá; se pueden olvidar las moles- ce que tendría aquel lío que empezaba á enmara-

tias del viaje, esa larga y fatigosa travesía por se- ñarse de una manera tan inesperada.

mejante satisfacción y además el gozo que esperi- A especie de una mina estallaba para Fernando

meiito al pisar de nuevo el suelo de mi querida Es- un conflicto difícil, cuyas consecuencias nadie hu-

paña. Tenía tantos deseos de regresar á ella... ¡Qué biera querido vaticinar en el momento.

hermoso es este cielo!... ¡Qué aromado me parece el Una revolución moral iba á operarse en el cora-

aire!...                                                    zón de aquel hombre voluble al colocarse entre el

—¡Cuan contento se pqndrá cuando nos vea, di- amor y la ambición.

jo el caballero como continuando la conversación ¿Amaba á Matilde?... ¿Amaba á Margarita?... Sí

primera, presumo que si supiese nuestra llegada olvidó á la primera por la segunda pareciéndole

hubiera estado esperándonos en la playa desde el más brillante entonces la posición de ésta, ahora,

amanecer.                                                   sin embargo, aquella nadaba en la opulencia.

—Pero apesar de todo, observó la joven, estraño ¿Rompería el compromiso contraído con Marga-

mucho no haber recibido cartas suyas desde algún rita, estando en la víspera misma de llevarla al al-

tiempo á esta parte; acaso esté en baja su cariño. tar y cuando.sus parientes, amigos y conocidos ha-

—No, Matilde, no creo á Fernando tan voluble bían llegado para asistir á la boda? ¿Cuál de las des

ni tan calavera. Durante su estancia en Cuba prue- debía quedar sin ser esposa de Fernando?

bas me dio de ser un muchacho de toda confianza.            Difícil sería dar una contestación precisa que lo

—Pero siempre me decía que yo era poco rica adivinase.

para él y si en España vio quizás otra que...               Tal vez ambas... Pero... ¿tenia éste en su cora-

—Si ese es tu temor, interrumpió el caballero, zón sentimientos de amor para preferir á alguna de

ya sabes que el amor y el dinero no se pueden tener ellas?

ocultos, y desde que yo adquirí la enorme suma de Los hechos nos responderán...

tu tío, que en paz descanse, mi nombre es muy co- Apenas con fuerza suficiente, Matilde llevo á sur,
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